Kandel es palabra de referencia como investigador de la
memoria. Comparte, para agregar más, la autoría de uno de los
manuales de neurociencia más exitosos que se han escrito. Y por si
fuera poco, ha recibido el premio Nobel de medicina en 2000.
Hay un hecho menos conocido, sin
embargo, y es que nuestro amigo Kandel se dedicó a la investigación
sobre los efectos del ácido lisérgico en las primeras etapas de su
formación científica. Y es lo que relata al comienzo del capítulo
séptimo de su libro En busca de la memoria (publicado en español
por Katz).
Kandel venía de estudiar medicina, y
de pasar una temporada trabajando en el laboratorio del pionero de la
neurociencia Harry Grundfest. Todo esto ocurre durante la década del
cincuenta del siglo pasado. Grundfest sugiere a Kandel que se asocie
con Dominick Purpura, un neurocirujano convertido en investigador de
laboratorio. Así lo narra Kandel:
“Cuando lo conocí, él acababa de
tomar la decisión de dedicarse al estudio del córtex, la región de
mayor desarrollo cerebral. Dom estaba interesado en los fármacos que
influyen sobre la mente, de modo que los primeros experimentos que
compartimos tenían que ver con el papel que desempeñaba en la
producción de alucinaciones visuales un agente generador de efectos
psicodélicos, el LSD (dietilamida del ácido lisérgico)” (En
busca de la memoria, p. 129).
Kandel cita como antecedentes las
investigaciones informales y no académicas de Aldous Huxley,
narradas magistralmente en su escrito Las puertas de la percepción.
Y continúa:
“La capacidad del LSD y de otras
drogas similares para alterar la percepción, el pensamiento y los
sentimientos de un modo que sólo nos es accesible en los sueños y
en los estados de exaltación religiosa la distingue radicalmente de
otros tipos de drogas. La gente que toma LSD a menudo tiene la
sensación de que su mente se ha expandido y dividido en dos: una
parte organizada, que experimenta los efectos perceptivos
intensificados, y otra parte pasiva, que contempla los
acontecimientos como un mero observador. Por lo general, la atención
se vuelve hacia el interior y se pierde la discriminación neta entre
el yo y lo que no lo es, lo que genera en la persona que usa LSD la
sensación mística de formar parte del cosmos. En muchas personas,
las distorsiones de la percepción adoptan la forma de alucinaciones
visuales; en otras, el LSD puede causar reacciones psicóticas
similares a la esquizofrenia. Por todas estas propiedades notables,
Dom quería averiguar cómo funcionaba el LSD.” (p. 130).
Con anterioridad, los neurocientíficos
D. W. Woolley y E. N. Shaw, demostraron que el mecanismo estaba
asociado con la serotonina. Se usó musculatura lisa del útero de la
rata, con el resultado de que el mecanismo detectado era que el LSD
se unía a los receptores de serotonina, desplazándola. Kandel y
Purpura lograron probar que el mecanismo podía variar de acuerdo con
los tejidos, usando para ello corteza visual de gato:
“Anestesiamos a los animales,
trepanamos el cráneo para dejar al descubierto el cerebro y
colocamos electrodos en la superficie de la corteza visual.
Descubrimos así que en la corteza visual, la serotonina y el LSD no
se oponen entre sí, como ocurre en el músculo liso del útero. No
sólo tenían el mismo efecto inhibitorio de las señales sinápticas,
sino que tenían además un efecto recíproco multiplicador. En
consecuencia, nuestras investigaciones, así como otras provenientes
de otros laboratorios, parecían contradecir las ideas de Woolley y
Shaw de que los efectos distorsivos del LSD se debían al hecho de
que bloqueaba la acción de la serotonina en el sistema visual. (Hoy
en día, sabemos que la serotonina actúa sobre dieciocho tipos de
receptores cerebrales y que, aparentemente, sus efectos alucinatorios
se deben a que estimulan uno de esos receptores, propio del lóbulo
frontal del cerebro” (p. 131).
De la cita anterior yo resaltaría la
palabra “aparentemente”. La razón es que mucha neurocháchara en
circulación es menos precavida en la exposición prematura de
resultados y sus interpretaciones. (De lo cual no podemos acusar a
Kandel, cuyas afirmaciones “aparentemente” respetan la prudencia
propia de un buen científico practicante). En particular, no ha
faltado neurocháchara aplicada al delicado tema de la serotonina.
Sobre la sensación mística y cósmica
que a veces se asocia con el LSD y otras sustancias psicoactivas,
existe un interesante y reciente VIDEO del psicólogo Jonathan Haidt,
que recomiendo calurosamente a los interesados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario